lunes, 9 de enero de 2012

2012 sube el telón: TRES AÑOS de feliz mirada


Vides y Olivos celebra el 2012, año en el completará su tercer año de vida, precisamente en un teatro lleno de encanto y sabor, El Teatro La Guindalera de Madrid y la obra Tres Años de Chejov.
Teatro de verdad, cercano, de calidad de principio a fin.
La obra Tres Años de Chejov se estrenó en septiembre y se ha ido prorrogando hasta enero de 2012 y esperemos que siga así mucho tiempo pues lo merece.
Los actores de esta sala pequeña están grandes. Luego, al acabar la obra, salen al encuentro del público a tomarse un licor de guindas, como no podría ser de otra manera, gentileza del teatro. Todavía no se han desposeído de los ropajes de la actuación pero si de su perfecta modulación (en la obra manejan la voz cómo quieren, como hace un virtuoso músico con su instrumento. Se ve trabajo y maestría) y dejan asomar sus acentos autóctonos.
El texto de Chejov habla de la juventud, el amor, la felicidad, su búsqueda.
La programación continua del Teatro tiene muy buena Crítica. Entre lo que se ha dicho de esta sala nos quedamos con dos guindas:
  • “La sala se ha convertido en un referente de la escena dramática madrileña (…) La Guindalera, un centro de creación, una familia, un escenario de barrio… Y, más allá de las efemérides mundiales, su vida: puro teatro” EL PAÍS
  • “En la diminuta sala Guindalera se cuecen a fuego lento milagros, pan tierno, teatro que alimenta el corazón, es decir, la inteligencia, con obras que nos hacen paladear la frágil condición humana” ABC
Por otro lado, muy interesante cómo describen el proyecto de La Guindalera Teresa Valentín-Gamazo y Juan Pastor, sus impulsores. En en él dejan plasmado que lo que de verdad importa es el espectador:

El proyecto


En la era de la imagen y el efecto teatral, reivindicamos la imaginación compartida con el espectador. Frente al despliegue de medios, y frente a los grandes espacios buscamos el acercamiento y el ambiente íntimo, donde el público y los actores tengan la suerte de encontrarse emocionalmente y para eso la distancia entre ambos no debe ser excesiva. El público debe poder leer en los ojos de los actores y hasta escuchar cómo respiran. Terminado el espectáculo y con la excusa de ofrecer un licor de guindas, la sala favorece un contacto más directo del público con los actores, estableciendo charlas informales o debates programados.

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