lunes, 28 de enero de 2013

Educar en el asombro, nueva tendencia en educación


Hoy, en la festividad de Santo Tomas de Aquino, patrón de los estudiantes, recomendamos dos libros, los cueles ponen la atención en la necesidad de educar en el asombro, y en el asombro y el apego. Una vuelta de una educación superestimulada. Una vuelta a lo que siempre funcionó, como respuesta a lo excesivo del mundo que nos ha tocado en suerte, más en consonancia con la naturaleza que con las tecnologías.
Y como prometimos damos cabida en este Blog a otros contenidos que circulan por la Red de Redes. Recientitos, pescados ex profeso para los que se asomen al nuestro.

Contenidos de la Wed Vida Sencilla y el blog de la autora de Educar en el Asombro, Catherine L´Ecuyer,  Apego y Asombro, Premio Proteus de Ética 2010 son los pioneros.

Educar en el asombro

Jueves 17/01/2013, por Vida Sencilla (450 artículos)
“Matar la imaginación, el asombro y la creatividad de un niño para inculcarle cuanto antes y contra su naturaleza una actitud razonable es típico de una sociedad fría, cínica y calculadora. Hacemos a los niños a nuestra medida. El niño es un adulto pequeñito”, dice Catherine l’Ecuyer en la entrevista que recomendamos hoy.
“¿Por qué no llueve hacia arriba?”, me preguntó mi hijo.
Qué tierno.
En realidad no buscaba una respuesta, es la manera que tienen los niños de admirarse ante una realidad que es pero que podría no haber sido. El asombro es el motor de la motivación del niño. Chesterton decía…
Ilustración: un niño asombrado mira un caracol subiendo un tronco mientras su padre, detrás, le explica con calma.
Un sabio.
… “En cada niño todas las cosas del mundo son hechas de nuevo y el universo se pone de nuevo a prueba”. Un niño ve por primera vez el cielo, y estrena el cielo. Crece maravillado por lo que le rodea. Si te fijas, de camino al cole las madres tiran de los niños, sólo las abuelas caminan junto a ellos.
Una observación de la que aprender.
Los niños se paran maravillados porque han visto algo que brilla en el suelo…, y las madres dicen: “¡Deja esa porquería!”.
¿Qué hacemos?, ¿llegar tarde al cole?
Lo que sea menos chafar su asombro. El asombro es el deseo de conocimiento, es no dar el mundo por supuesto, por eso debemos educar en el asombro.
¿Y cómo se hace?
El asombro requiere libertad interior. Según Tomás de Aquino, hay dos fases en el conocimiento: la primera es el descubrimiento y la invención, y la segunda, la disciplina y el aprendizaje. Hemos invertido el orden: en las escuelas se aprende de fuera hacia dentro, no de dentro hacia fuera.
El afuera es invasivo.
Sufrimos el síndrome de la sobreestimulación debido a unos cuantos experimentos con ratas: pusieron unas ratas en una jaula oscura y otras en un laberinto con ruedas y rampas. Las segundas resolvían mejor los problemas. Así llegaron a la conclusión de que a más estímulos, más inteligencia.
Entre la carencia de estímulos y el exceso debe haber el punto medio.
Hoy los estudios relacionan la sobreestimulación con problemas de aprendizaje.
Estamos en la era de las pantallas.
Estamos creando niños saturados. Inocentes series infantiles tienen una media de 7,5 cambios abruptos de imagen por minuto. Cuando esos niños se enfrentan al ritmo de la vida real, todo les impacienta y aburre. Existen estudios que relacionan horas de televisión en la infancia con problemas de atención y trastorno del aprendizaje.
Hay que recuperar el silencio.
Las pantallas estridentes turban el único aprendizaje sostenible del niño: descubrir el mundo por sí mismo y a su ritmo. Einstein decía que la formula del éxito era el trabajo, más el juego, más el silencio. Nunca habíamos tenido tanta información y nunca habíamos aprendido tan poco.
Es una preocupación mundial.
El premio Nobel Herbert Simon decía que la información consume atención de quien la recibe. En consecuencia, una gran cantidad de información crea un empobrecimiento de la atención.
La multitarea es hoy habitual en niños.
Y ya sabemos que dividir la atención la merma. El niño sobreestimulado se convierte en un adolescente que lo ha visto y lo ha tenido todo, tiene el deseo bloqueado.
El sistema educativo tampoco ayuda.
Todos nacemos originales y morimos copias, decía Carl Jung. En lugar de sacar lo mejor de cada uno, el sistema educativo inculca. Y se amolda al supuesto “nuevo ritmo infantil” a base de pantallas. Sin embargo, los altos directivos de empresas tecnológicas de Silicon Valley mandan a sus hijos a un colegio de élite que hace bandera de no utilizar tecnología en las aulas.
¿Un nuevo esnobismo californiano?
Su argumento es que el ordenador impide el pensamiento crítico, y que ya tendrán tiempo de aprender y de gestionar esa herramienta. Hay que evitar que vean la vida como una pantalla en la que suceden cosas, procurar que descubran el sentido a través de la vida real, y respetar su ritmo.
Es lento.
Sí, desde nuestro punto de vista son como caracoles, y sin embargo ellos tienen la clave de la felicidad: vivir con intensidad y asombro cada momento presente. Eso es natural para los niños, no se lo robemos.
Será mi propósito para el 2013.
Si dejamos que vean y vivan cosas que no les corresponden, las etapas se aceleran. La edad de la infancia es la edad del juego, de la imaginación; si no la pasan de pequeños, serán adultos inmaduros.
El consumo, sus mensajes los atrapan.
El consumismo es la forma más letal y directa de matar el asombro de un niño. Cuando saturamos sus sentidos con todo lo que quiere no le dejamos desear las cosas, y así el niño empieza a dar el mundo por supuesto.
… A pensar que todo le es debido.
Sí, que las cosas, o peor, que las personas tienen que comportarse como él quiere, y sus caprichos se convierten en órdenes, y aparecen las pataletas y los enfados a consecuencia de la frustración que le provoca que la realidad no se amolde a lo que desea.
Eso da mucha pena.
Educar en el asombro es educar al niño en el agradecimiento por la vida, por la belleza y el misterio que le rodea.
Esta entrevista se publicó originalmente en La VanguardiaVentana nueva el 11 de enero de 2013 y copiada a su vez de www.vidasencilla.es/educar/en/el/asombro/ , el 17, 01, 2013. 
Ilustración: Aprendiendo, por Marcos TeliasVentana nueva.





17/01/13




La naturaleza, primera ventana de asombro






Por Catherine L'Ecuyer


¿Qué provoca el asombro? La Belleza es una de las cualidades del ser que provoca asombro. El otro día, estuvimos en el Templo de la Sagrada Familia con mi marido y mis hijos. Todos nos quedamos sin palabras, hasta la pequeña Juliette de un año. "Sólo el asombro conoce", dicen los filósofos... Después de ese paseo silencioso en el bosque sagrado, entendimos lo que despertó el genio de Gaudí para inspirarle esa obra indescriptible. Sabemos que Gaudí encontró inspiración en la Belleza de lo Divino, era un hombre profundamente religioso. ¿Pero a través de qué experiencia vital puede un hombre desarrollar tal genio para emprender y desarrollar una obra tan magnífica? Me encontré con la siguiente respuesta:








"Antonio Gaudí (...) De pequeño contó con una salud muy débil y sus continuos ataques de reumatismo lo apartaron de los juegos de niños y retrasaron su ingreso en la escuela elemental. Su madre pasaba muchas horas con él y lo distraía con paseos por el campo y observando la naturaleza.






Recordando su infancia, Gaudí ya de mayor, escribió: Con las macetas de flores rodeado de viñas y olivos, animado por el cloqueo del averío, el piar de los pájaros y el zumbido de los insectos, y con las montañas de Prades al fondo, capté las más puras y placenteras imágenes de la Naturaleza, esa Naturaleza que siempre es mi Maestra."










Escalera en forma de caracol

en la Sagrada Familia







La forma de los caracoles

que inspiraron a Gaudi



La naturaleza fue la primera ventana de asombro de Gaudí y fue inspiración para esa obra maestra, la Sagrada Familia. Gaudí supo como llevar la Belleza de lo Divino a las calles y elevar los espíritus de miles de personas hacia el cielo a través de la maravilla de la Belleza de la naturaleza. Gaudi no entró en un parvulario con 4 meses, no tenía juguetes que hablaban, ni iba a Kumon dos veces a la semana, ni veía Baby Einstein. Tuvo una infancia contemplativa en compañía de su madre, de su mejor amigo el silencio y instruido por su maestra la naturaleza.






Quizás esa situación no está al alcance de todos nosotros. ¿Quién vive hoy en día entre viñas y olivos? ¿Quién dispone de tiempo para estarse sentado todo el día para observar árboles y escuchar el piar de los pájaros? Lo que sí está al alcance de cada uno de nosotros, es la toma de conciencia de lo que es realmente esencial, excelente y Bello para nuestros hijos. De lo que les puede inspirar y nutrir el espíritu, de lo que puede desarrollar su paladar para la apreciación de lo fino, de lo Bello. A veces, la Belleza se encuentra en el lugar menos esperado... Y si recuperamos la sensibilidad y el asombro que tenemos de forma innata y que hemos ido perdiendo por las circunstancias de una vida frenética y consumista, sabremos reconocer la Belleza que nos rodea. Sin el asombro, la Belleza no se ve ni se conoce. Sin la Belleza, el asombro trabaja a ciegas.






Mi recomendación: Para leer sobre la importancia de la naturaleza en el proceso del asombro, recomiendo El sentido del Asombro, de Rachel Carson.
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(Tomado del blog, Apego & Asombro)

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por revelarme algo tan grande como la obra de L´Ecuyer y Carson. Muy buena tu presentación de la citada línea de pensamiento. Un saludo de Ernesto.

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  2. Pilar Aguilera1.2.16

    Me uno a los agradecimientos.. Creo que la autora ha dado en el clavo de una de las cosas mas olvidadas hoy en educación... Como profesora y mamá.. Gracias!

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