Dice el gurú de la gestión Peter Drucker que "los buenos modales son el aceite lubricante de las organizaciones".
Unos de los lugares dónde uno demuestra sus buenos modales es en la mesa.
La etiqueta nos dice que no es de recibo mojar con el pan. Pero debemos reparar primero dónde estamos para aplicarlo: no es lo mismo comer con mantel de hilo que una barbacoa al aire libre.
También influye la tradición. En España es algo común, que no "ordinario", podríamos decir que es muy español, una seña de identidad. Donde fueres haz lo que vieres. Un exceso de protocolo tampoco es bueno, cae en la cursilería. (Y toda regla tiene su excepción: por ejemplo es más correcto comer los excelente espárragos de Navarra con mahonesa utilizando dos dedos que con cuchillo y tenedor.) Debemos tener en cuenta, eso sí, que el aceite puede gotear y, por tanto, debemos utilizar más a menudo la servilleta y, por supuesto, siempre escoger la cantidad de pan que te puedas llevar a la boca.Sentido común, al final.
La experiencia sensorial del aceite de oliva Virgen Exra y ecológico Tierra Sana con pan es única, como nos aseguran muchos de nuestros seguidores.
Nosotros, en Tierra Sana y en la Almazara de Miguel Mencía, hemos resuelto utilizar un tapón especial que no gotea en las botellas de medio litro. Así evitamos, prevenimos que la gota de aceite caiga al mantel o incluso manche las manos.
Los buenos modales no son pura convención, aunque dependen de la cultura, son un medio de expresar nuestro respeto, afecto a los demás.
Como escribió Erasmo de Rotterdam en De civitate morum puerilum:
"Parte principal es de urbanidad que, en tanto que tú no cometas falta alguna, fácilmente disculpes las faltas de los otros, y no tengas en menor estima a un compañero por el mero hecho de que tenga algunas maneras un poco desaguisadas; pues hay quienes las rudezas de las maneras las compensan con otras dotes; ni se dan aquí estas normas en la idea de que sin ellas nadie pueda ser bueno".